Crónicas de un paria

Por el Huidos Nel

19/10/2020

​

Me encuentro en medio de mi cuarto. La noche está presente. La lluvia finalizó. Es domingo y recuerdo a Gustavo Cerati, recuerdo su disco: Canciones elegidas. Pongo Play y el disco comienza a girar. Una atmósfera se hace presente. Me hace recordar, me sumerge en historias y latidos del viento, me conecto con el pasado que hace mi presente. Mi madre recuperándose de una fractura de la cadera, la pandemia al borde de la locura, pero quiero relajarme. “Será la locura que nos hace… bailar”.

 El 13 de octubre de 2004 se publica Canciones elegidas, disco que abarca temas del artista desde 1993 a 2004. Una selección depurada; nos hace pensar en la importancia de Gus en las producciones, musicalizaciones (en el sentido propio de la palabra), composiciones, y música latinoamericana. Tú locura (Título de la canción) abre su obra. Una guitarra se hace presente: raspa las cuerdas. Una voz nos dice: “Nunca fue fácil, pero creo en tus ojos. Es tan fácil depender de todo”. Esa voz es de Cerati, una voz que nos invita a la poesía. 

 Me trasporto, me encierro, siento mi soledad, mi fragilidad. Siento el humo entre la oscuridad. La luna refleja mi sonrisa, tenue y amarilla. La música y letras de Fantasmas (Canción que se encuentra en el disco) me tranquiliza. Le presento la canción por primera vez a mi mejor amiga; Paty. Me cuenta un sueño. “Estaba sentada enfrente de una cabaña, en medio de la noche, recuerdo a mi abuelita extendiéndome la mano, la mano me invita a pasar. Volteó y hay un espejo, en ese espejo veo mi reflejo, mi reflejo me guiña el ojo”. Ella se conecta con la música de Cerati. Cerati crea atmósferas. Es ahí que reafirmo que su música son barcos que surcan emociones.

 Va pasando canción por canción. Una a una. Cada cual tiene un sentido, una emoción, un espacio-tiempo, una retrospectiva que invita a la noche a pensar. Un pensamiento que piensa la noche.

 Doy tres tragos a mi cerveza antes de pensar y escribir mis ideas.

 De mi lap top suena el tema: Es sólo una ilusión. Salgo a consumirme, en mi terraza, la noche entre los dedos, que se queman por una luciérnaga dorada que huele a humo. La canción me pone en estado hipnótico. Su producción es, sencillamente, experimentación en un estado puro de autenticidad. La realidad se disgrega ante las obras de arte. Yo soy un chocolate ante el sol.

 La música es feminidad que se funde con la noche. Sensualidad que invita al día a ser más que día.  A la noche ser más que noche. Los dos en comunión, se sumergen en tierras firmes del pensamiento y sentimiento. Rugen en pos del gozo y placer, para reflexionar en la razón y el saber.

 Enciendo las luces, los colores me dan chispazos de centellas en los ojos. La noche espera. Estoy sólo, mi soledad la comprendo; la quiero compartir, mi libertad, también. Enciendo el último cigarrillo de la noche. Pienso en mis amigos. Abro mis cobijas y siento el apapacho de mi cama. Siempre me espera. Pienso en la noche y en ti, en nosotros, en los otros. Cierro los ojos y pienso…

 La noche está por terminar. La madrugada por venir. Los sonidos por experimentar. Las musas vienen en olas que se estrellan en el vaso de licor. Los sienas vienen cantando: “Por aquello que encontré en tus ojos, por aquello que perdí en la lucha, conocer la otra mitad es poco, comprender que estar es más puro, me pondré el uniforme de piel humana, no esperaba tanto resplandor… sentirse vivo… dibujaban partículas de dios… conocer la otra mitad es poco”.

 Un abrazo a ese disco y a Gustavo, dónde quiera que se encuentre, y celebraremos su genialidad con botellas de mar, las mejores que he probado; raudal rijoso.