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PRIMER Y ÚLTIMO TRAGO

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Por: Noé Ríos Montaño

30/10/2019

La muerte es un hecho intransferible, único y propio. Un acontecimiento seguro en nuestras vidas. Gracias a ello, el ser humano realiza todas sus actividades. Si fuéramos inmortales estaríamos sentados en un sillón esperando a ver cómo acontece la eternidad. La muerte le da sentido a nuestra vida. La vida surge a sabiendas que la muerte descansa sobre nosotros y algún día nos besará en la eternidad y la nada. Entonces para entender la muerte debemos entender la vida. La definición de vida es: “Propiedad o cualidad esencial de los humanos, animales y plantas; la cual evoluciona, se adapta al medio, se desarrolla y se reproduce”. Es decir, la existencia de los seres que tienen esa propiedad. Vitalidad, fuerza y brío de un ser. El vocablo proviene del latín Vita, que a su vez emana del término griego Bios. La muerte se define como: “Cesación o término de la vida” o “la suspensión de las fuerzas vitales u orgánicas de cualquier organismo vivo” Finalidad del pulso, respiración y conciencia del ser. El fin de la existencia. Octavio Paz decía al respecto: “La muerte es el espejo que refleja las vanas gesticulaciones de la vida”. Además, mencionaba que quien no piensa en la muerte no piensa en la vida. “Dime como mueres y te diré como vives” Entonces, las dos son una y son distintas. Son dos ríos que se encaminan en el caudal de la existencia. Dialéctica y síntesis. Origen y creación. Símbolo y realidad. Comienzo y termino. Sorbo y eructo. La una sin la otra, no existen. El autor de la novela gráfica The Espirit: The Will Eisner, escribió: “¡La muerte! Muerte, muerte, muerte. Es en lo único que pensamos, ¿no? Comemos para no morir. Procreamos para que nuestra semilla perdure. Creamos arte y rascacielos, para que recuerden nuestros nombres durante siglos. Vivimos nuestras cortas, frenéticas, temerosas vidas, girando para acá y para allá. Música y ambición. Creando dioses y vidas futuras, Todo para no mirar... ese muro de contención inamovible que es la muerte. Sabiendo que nos reventara los sesos como unos huevos”. Entonces, hacemos lo posible para vivir sin observar la muerte de frente, hacemos para olvidarla, sin pensar que son polvo y polvo. Una se nutre de la otra. Sin embargo, tratamos de simbolizarla. El ser humano se rige a partir de sistemas de significación; semánticas: signos que dan sentido a la realidad. Rituales y ritos que nos rigen para aceptar y entender la muerte y la vida. Símbolos que se manifiestan en cada hecho trascendente. Colores, velas, calaveras, fruta y mole, incienso y copal, rosarios y varas, tequila y monedas, lágrimas y risas, añoranza y rompimiento del tiempo lineal. El reencuentro con lo que solo se explica por medio de esos signos que simbolizan algo que las palabras no pueden contener. Se desborda en nosotros para convivir, reflexionar, platicar Y actuar. Dependiendo de cada pueblo y cultura se acepta y comprende la muerte. En Antropología Cultural de Marvin Harris, menciona que “la muerte y vida son una preconcepción social que tiene que ver con cuestiones climáticas, sociales, económicas, políticas, geográficas, lingüísticas y demográficas, que dependiendo de ello se va construyendo”. En México la muerte se desborda al igual que la vida, nuestro sincretismo cultural entre las creencias prehispánicas y españolas nos dieron una nueva perspectiva de la misma. Debemos abrir los ojos, para entender la vida y tener una muerte propia, única y autentica; al igual que nuestra vida; el único resplandor que merece ser.

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