'Es estudiante de Comunicación y Periodismo en la UNAM.
Cuenta con facilidad para la locución, maneja una buena ortografía, es hábil con las redes sociales (especialmente Instagram y Tiktok) y tiene gusto por la fotografía artística y documental.
Guionista, productora,
voz administradora web de Radiograma.
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CIMARRÓN 000
Silvestre como siempre


POR AQUELLO QUE ENCONTRÉ EN TUS OJOS

Crónicas de un paria
Por el Huidos Nel
26/09/2020
Lo que encontré en los ojos de la Universidad Nacional Autónoma De México (UNAM) fue inspiración, formación, principios, amistad, compañerismo, amor, conocimiento, experiencia y vivencias.
¡Chingue su madre! Fueron las palabras que pronuncié al profesor de español en la secundaria por mi imprudencia, al molestarme por un incidente que tuve con él. Ese hecho me costó que me reprobaran y no poder continuar mis estudios por un año, pues no obtuve el certificado y éste es necesario para ingresar a la media superior, aunque realicé el examen de la UNAM sin dicho papel no tienes derecho a entrar. Tuve que esperar al siguiente examen y miré como mis amigos daban el siguiente paso en su formación académica. Me puse triste; me sentí todo un fracasado y un mequetrefe por esas palabras viscerales que le dije al maestro.
Los días trascurrían en remordimientos y una sensación de ser un inútil. Pero me dispuse a estudiar dos horas diarias desde aquel momento, para poder ingresar al glorioso Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH). Así lo realicé y poco a poco me sentía más confiado y aprendí que de los errores también se aprende.
El día esperado llegó, con lápiz en mano contesté nuevamente el examen con miras en un puntaje alto para ser aceptado en mi primera opción, el CCH.
Nuevamente los nervios se apoderaron de mí en el momento que publicaron los resultados de dicho examen. Me levanté y lo primero que hice fue revisarlos. Busqué mi nombre y ¡big bang! ¡Eureka! Me aceptaron en la primera opción. Grité de alegría y brinqué al son de la canción Buen día de la agrupación de happy punk regiomontana llamada Panda.
Mi primer día lo recuerdo muy bien porque me perdí dentro del plantel, no encontraba mi salón, la primera clase era de Historia universal. Al final ubiqué el edificio y el número del salón. Entré y me senté. Observé a mis compañeros y me sentí satisfecho de estar ahí.
Allí conocí a Viridiana, Alejandra, Jorge, Pedro, con los cuales formamos un grupo de amigos. Mi horario era el vespertino; entraba a las dos de la tarde y salía a las ocho de la noche. También ya tenía un par de camaradas de la secundaria; Virgilio, Galicia, Antonio, que estaban en tercer semestre. Lo cual extendió la posibilidad de interactuar con sus amigos; Leslie, Gisel y otros más que no recuerdo sus nombres.
Los días pasaban y mis clases me proporcionaban conocimientos nuevos y una gran satisfacción. Me sentía seguro dentro de la institución. Las áreas verdes, las aulas, las cafeterías, las fiestas, los memorables Remedios que estaban llenos de cantinas y a los cuales acudíamos como fieles parroquianos los viernes.
En tercer semestre conocí a amigos inolvidables como Norberto, Mariel, Alejandra, “Miyagi”, “Chucky”, Ana, Brenda, (Una disculpa si omito a algunos, mi memoria es torpe). Con ellos recuerdo muchas fiestas, momentos agradables en los pastos, charlas sobre temas diversos, pero sobre todo mucha felicidad.
Recuerdo clases memorables y recuerdo maestros geniales. El de antropología, el de filosofía, el de estadística y probabilidad, el de biología, la de redacción, la de expresión gráfica, todos ellos me nutrieron de conocimientos para poder resolver problemas posteriores en mi vida. Un abrazo donde quiera que se encuentren.
En quinto semestre uno puede escoger las materias de acuerdo al área que quiere desarrollar en la universidad. Ello te proporcionaba una entrega mayor porque cada clase estaba enfocada en tu formación deseada. Mis calificaciones subieron. Cada clase me mostró la misión y filosofía del CCH; Aprender a aprender, aprender a hacer, y aprender a ser. “Poseer los principios de una cultura científica-humanística”. Eso marcó mi existencia como ser humano hasta mi presente.
La felicidad rebosaba en mí por pertenecer a dicha institución que me formo y que jamás olvidaré.
Caminaba en los pasillos, dirigiéndome a mis clases con mi mochila dónde guardaba mi comida y escuchando, en mi iPod azul, el fenomenal disco nombrado Canciones elegidas de Gustavo Cerati. Si recuerdo un disco con especial cariño… es aquel.
El día de salir de ahí había llegado y yo debía tres materias pasadas; matemáticas I, física I, e inglés I. Soy un tronco con el inglés, no me gusta ni tantito. Pero además soy un postergador infinito, lo cual me trajo como consecuencia no salir del CCH y no volver sino pasados los años a finalizarlo, por el consejo de un buen amigo regrese a terminar, él se llamada Abraham, con quien siempre estaré agradecido.
Regresé pasados los años y realicé mis exámenes extraordinarios y un PAE, que es un curso exprés para recursar la materia reprobada. Lo conseguí y mi pase automático me proporcionó la posibilidad de entrar a la FES Aragón.
Dentro de la UNAM comenzaba una historia más de éste muchacho chilo.
La Universidad me brindó la oportunidad de tranquilizar a mis demonios que siempre tienen ganas de más conocimiento y deleitarse de cultura y arte. En la FES me lo proporcionaron.
Aquí la cosa ya tenía un compromiso mayor, pues los errores ya me habían enseñado un par de cosas. Jamás dejé de leer y tratar de nutrir mi cerebro con diferentes experiencias, pues el lema del CCH lo llevaré hasta la tumba.
Las generaciones cambian y los gustos también. Ya en la Universidad no era ese tipo arrogante y odioso que con unas cervezas saca el escombro del alma. Ya para entonces tenía claro mi camino. No jugaba, realizaba cada acto de manera consciente. Cada letra y cada cerveza era lluvia para germinar trozos de sueños.
Recuerdo nombre tatuados en mi mente que la Universidad me dio como Patricia, Shasny, Josué, Atza, Viridiana, y maestros como Cera, Erika, Cristina, Verónica, Fernández de Lara y Enrique Cruz (QEPD), Edgar Lara, Yazmín, Sandy, Guadarrama, Feliciana, Alicia, Araceli, y Pacheco. Todos ellos me tendieron un hilillo de ánimo vestido de conocimiento que escupen aros de fuego de infinidad.
Cada viaje realizado desde Naucalpan hasta Nezahualcóyotl, a las cinco y media de la mañana, me enseñó la extensión del tiempo más estirada, pues el día me daba para mucho, aunque con el paso de los días y años mi cansancio se acentuó, pero cada clase me proporcionó un soplo de alegría y ánimo.
Esta pandemia me sacó de circulación en mi último semestre, los ciclos aún no cierran, los amigos aún nos comunicamos, los pasillos y aulas aún están ansiosas por trasmitir un espacio idóneo para la formación de miles de jóvenes. Los maestros con ganas de enseñar, y las risas de los alumnos con ganas de explotar entre los pliegues del tiempo, aún falta más, aún la Universidad los espera.
La Universidad Nacional Autónoma de México cumplió, este pasado 22 de septiembre, 110 años desde su fundación. Justo Sierra fue el artífice de dicha empresa. El Azul y Oro nuestros colores. Me siento dichoso de pertenecer a la Universidad, una goya para todos los que están allá afuera luchando por anhelos y sueños propios y en conjunto de la otredad. ¡Viva la UNAM! ¡Viva el CCH! ¡Viva el conocimiento!



