'Es estudiante de Comunicación y Periodismo en la UNAM.
Cuenta con facilidad para la locución, maneja una buena ortografía, es hábil con las redes sociales (especialmente Instagram y Tiktok) y tiene gusto por la fotografía artística y documental.
Guionista, productora,
voz administradora web de Radiograma.
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CIMARRÓN 000
Silvestre como siempre


Mi encuentro con Ian Curtis

Por Huidos Nel
15/07/20
Crónica
No recuerdo el año ni el día ni la hora. Recuerdo la atmósfera, el estado de ánimo y el crepúsculo del alba. Bailando letras del legendario Curtis. Entre la memoria se amontonan fragmentos caleidoscópicos que no terminan por asomarse del todo. Ese es el primer pensamiento consciente que tengo del encuentro con la música de Joy Division y la apasionante voz de su vocalista Ian.
Esa noche entable un diálogo con una amiga e intercambiamos puntos de vista sobre la banda y su música, entre copas y ebriedad era como revivir ese sentimiento sincero, depresivo y seco del mismo vocalista. Era un acto de teatralidad. La situación era una especie de homenaje a él. En el fondo sonaba el característico bajo de la banda vibrando nuestros corazones. La voz enigmática del post-punk nos pulsaba en las arterias: “Dance, dance, dance, dance, to the radio… The things that we've learnt are no longer enough”.
La melancolía que reflejan sus letras y melodías me hacen recordar momentos precisos de mi vida.
En esa ocasión ya sabía de su música, del suicidio que cometió Ian y de su legado con New Order. Sabía que no entró al Club de los 27. Sabía que se murió escuchando el álbum The Idiot de Iggy Pop. Sabía que ese domingo por la mañana cuando su esposa Deborah entró a su casa, en el 77 de Berton Street en su ciudad Macclesfield, Inglaterra, miró el cuerpo colgado de Curtis en su cocina y dijo: ¡Bastardo que has hecho! Yo conocía aquellos datos y me daba cuenta que, al estar bailando en aquella borrachera, era como si de algún modo aún estuviera presente.
Hoy es su natalicio. Un 15 de julio de 1957 vino a cambiar la narrativa de la música. Contó el descontento de su Inglaterra de los 70. Nos envolvió con su baile. Se sumergió en una originalidad propia de los verdaderos creadores. ¿Dijo todo lo que tenía que decir? No lo sabemos. Su legado fueron dos álbumes, Unknown Pleasures en 1979 y Closer en 1980, que marcaron un antes y un después en la música. Una estética. Un sonido. Una manera de expresión propia y auténtica.
En otros foros y en otras ocasiones tuve la oportunidad de escuchar a Joy Division. En el U.T.A Bar. En fiestas. En la Faena. En borracheras personales. Incluso recuerdo la canción Love Will Tear Us Apart con aprecio especial. No por el hit que fue. Sino porque me recuerda a una persona que dejó sus cenizas en mi cenicero.
Pero me gusta esa especial ocasión en aquel amanecer cuando Joy Division puso sonido a los primeros rayos del sol y bailamos hasta el hartazgo, rodeados de compañerismo y locura. ¡Salud, Ian Curtis! A tu memoria.



