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ME BEBO LA MUERTE

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Crónicas de un paria

Por EL Huidos Nel

04/11/2020

 

Te conocí en un día cualquiera a una hora cualquiera, estabas sentada ahí y yo pasaba a tu lado, me miraste; me estremeciste en lo más profundo de mi ser, te miré y te estremecí en lo más profundo de tu no ser. Quedamos quietos por un instante y pasado un suspiro nos sonreímos. Jamás había visto unas comisuras tan extrañas en ninguna otra boca. Yo iba camino a casa después de una parranda de… no sé cuántos días, pero aún podía caminar y pensar en cierta medida. Iniciaste la conversación diciendo: ¡hola!, yo no sabía que responder pues tus ojos destellaban unos colores que no conocía, eran entre color tristeza y al mismo tiempo color alegría, un color parecido al que nace al despedir a un amor. Te dije: ¡hola!... –no articulé palabra más que esa- volteaste al cielo y me dijiste, -ya observaste el cielo, está tan salpicado de estrellas, ¿te gusta? No seas tímido, no soy un mal ser.

Prendiste un delicado sin filtro, diste dos bocanadas y me lo ofreciste. En ese momento se formó un clic, alguien no puede caerme mal si me ofrece un pitillo sin filtro. – Así deberían ser las cosas, sin filtro, justo desde el corazón- Lo tomé entre mis dedos e inhalé. Este cielo me recuerda a Valle de Guadalupe, y también al camino a los Caracoles en la selva de Chiapas. Es un buen cielo.

- ¿Cuál es tu nombre? -No te lo puedo decir, correrías a esconderte y no podríamos platicar tranquilamente.

- ¿Tú cómo te llamas? -Yo me llamo Huidos Nel, pero todos me llaman El Huidos Nel.

Ella comenzó a reírse, y dijo, que tonto eres. Tonto es el que hace tonterías me dije a mí, recordando al buen Forest. Di un gran sorbo a mi Pacífico y le devolví el buen gesto.

- ¿Vienes o vas? Preguntó.

- Voy o regreso, ¿qué más da?, dije yo.

Terminando la frase estire mi brazo para ofrecerle un trago de mi bebida.

-Gracias, pero me gusta el tinto, por salud. No creas que soy especial.

-No creó que seas especial, pero la cerveza es buena para la salud como cualquier vino. Es más, cuando tienes que relajarte es una bebida noble.

-Pero el vino es el único arte que se puede beber, respondió ella.

Ella no era una tipa cualquiera, sabía los menesteres de la bebida y hablaba con forma y fondo, algo que no se mira a diario. Recordé la ginebra cuando la conocí por primera ocasión, se parecía a ella, sabía cómo llegar de forma sutil y contundente. Me invitó a caminar, eran las 4:20am, un tiempo, según especial. Caminamos por el asfalto charlando e intercambiando risas y roses con toques de coquetería, era una especie de flirteo, pero tenía una particularidad antes desconocida. Llegamos al borde, a las seis de la mañana, los pasos del amanecer trastocaban el ambiente, lo sonrojaban todo. Tomados de la mano, para ese entonces. Me miró, como jamás me habían mirado en mis vidas pasadas, fue el momento en el que supe quién era ella, y que deseaba. Estaba listo y dispuesto. Tomó mi rostro entre sus dedos fríos y me beso infinitamente… aún me sigue besando. Me dijo al oído: inmortalidad para ti. Nos bebimos el uno al otro por la eternidad.

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