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MARIACHI DE MEDIO DÍA

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Por Noah Perkins

 ¡Escúpelo, nena! Recordó aquella frase que una noche anterior se la dijo a su chica mientras hacían el amor. Ella lo miraba a los ojos como si el mundo estuviese en ellos. Él miraba aquellas nubes que parecieran llenas de leche. Se sentía en el cielo. Los dos entrelazados. En las sombras parecían una forma nueva, una especie de animal nocturno que aúlla a la luna.

 Fermín tenía una resaca dura. Insoportable. Trabajó hasta las cinco de la mañana. Es un trompetista del mariachi Estrella de la mañana. Seguidor ferviente de Miles Davis y Charlie Parker.

 Los excesos lo preceden. Siempre quiere más y más de todo. Nunca está lleno; únicamente cuando se come diez tacos del Cocuyo ó cuando se embriagaba hasta el borde, pero sólo le duraba un tiempo, después de eso el vacío se apoderaba de él.

 La música es su refugio. El amor su cielo. El alcohol su conciencia. La experiencia su guía. La comida su ritual. Si pudiera concentrar los labios de todas las mujeres que ha besado en una, podría volar.

 Los huesos le temblaban y el alma quería salir corriendo del cuerpo. Decidió ir al vapor. Una práctica que le enseñó su padre que falleció cuando él tenía diez años. Compró una pachita de tequila, un agua mineral, un agua quina, un agua de coco que encontró entre el trascurso de su trayecto con un vendedor callejero y un agua de guayaba con limón. Tendría que ir tanteando la forma de amortiguar su resaca. Sabía cómo hacerlo. Comida por lo pronto no. Líquidos y alcohol es lo que requería. Y quizá una buena mamada.

 

 En medio del vapor se encontraba sudando. Dando sorbos pequeños al tequila y agua mineral. El agua de coco estaba ahí, esperando el final. El agua de guayaba se terminó en el camino. Absorto entre sus pensamientos. Cada sorbo era recordar un momento y vivirlo. Su trompeta sonaba en sus pensamientos. Los besos de Fernanda eran un eco de constantes erecciones. En ese momento quería un tiempo para él. Dejar el tiempo fuera de su tiempo. Las imágenes se dibujaban en su memoria haciéndolo pensar en las inmunices de la vida, en las nimiedades, en lo bello y terrible que un hecho pude llegar a ser.

 Comenzó a llorar, a reír, a pensar, a recordar, a anhelar. Un vértigo le advirtió que tenía que salir del vapor. El regaderazo de agua fría lo hizo entrar en sí. Se sintió aliviado, el mundo parecía tener una cara mejor.

 Llegando a su hogar, en la colonia Guerrero, se sintió mejor, cada vez mejor. Se vistió y el universo le sonrió. Su pareja le mando un WhatsApp el cual decía lo mucho que lo amaba. Una sonrisa cálida se pronunció en sus ojos.

 Por la noche tenía un evento, una serenata. Se preparó y estaba listo y con energía a las nueve en punto, la cita era a las diez. Limpió su instrumento de trabajo, reluciente él y su trompeta, estaban dispuestos a trasformar el mundo, al menos por un instante. Al llegar a la cita pidieron, los clientes, En Tu Pelo, la versión de Javier Solís. Fermín tomó su trompeta y del sonido surgió en un acto de belleza sonora. Se sintió radiar el corazón en orgasmos de plenitud… esta historia continuará.

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