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EL PAPEL DE LA VÍCTIMA: MUNDO CHEJOVIANO

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Por: Anastacio Petronilo

16/01/2020

Nunca está de más recalcarlo, la tarea de escribir, o el ejercicio de, es algo osado. Por ejemplo, cuando se habla de un libro y su autor, cada uno saca sus propias conclusiones subjetivas (aunque suele llegarse a un consenso generalizado de la obra) empero más aún cuando se emprende la tarea de realizar algo más grande que nuestra solamente critica de tal o cual situación artística. La primera implica conocer a fondo el trabajo entero de un escritor, cineasta, etc. Además de su contexto, su cultura, idioma, costumbres, historia, etc. Esto es un trabajo nada sencillo, si es que se desea hacer algo digno de publicarse y sin arrepentirse a posteriori.

La segunda implica la enorme (o tal vez no) osadía de identificar las espinas, la aguja en el pajar, el flagelo de la dolencia humana o en su defecto la identificación valerosa, ávida y ardiente de la urdimbre, iridiscente y poliamorfa realidad (o posibilidad) de los colores que embellecen nuestro entorno y en consecuencia su dominio.

Acepto el yerro que estoy cometiendo, puesto que estoy dejando fuera al humor, la ironía, la irreverencia o el sinsentido. Aspectos que forman también parte de la escena. Error tratar siempre de clasificar todo; uno, dos, tres… romanticismo, naturalismo, renacimiento… drama, comedia, thriller… (quizá este cometiendo otro error)

En fin que hablar de un autor sin conocer por completo su obra es como mirar a los ojos al “objeto” (eufemismo) del deseo y no culminar con el acto decisivo, el previsto final.

Me propongo esta ocasión hablar del gran escritor Ruso Antón Chéjov so pretexto de su natalicio próximo y del cual solo me he limitado leer solo algunos cuentos. Otro craso error, quizá.

¿Qué encontramos en la tristeza? ¿En Vanka? ¿En Un asesinato? ¿En El beso?...

“Toda su obra es una protesta contra la miseria humana” afirma Rubén Salazar

Veamos, el cuento de La tristeza. Hay un corazón cansado de latir; a pesar del frio intenso del exterior su corazón lucha en vano contra la imagen repulsiva, o diría menos dramático y sin la malinterpretación propia, contra la imagen desoladora que  conmueve. Para Yona no hay un corazón humano que le escuche, es viejo y está cansado. El viejo que en muchas ocasiones representa una carga extra para familias, personas, instituciones…

Desgracia, es el eje dinámico del cuento. La necesidad de desahogar el fragor del interior nos gobierna, la pesada carga de la infelicidad propia requiere saludablemente de la disposición de un tercero que nos escuche. La acción es instintual. Es compasión, una palabra de carácter ambivalente; se lucra con las miserias, es una señal de debilidad, un acto para manipular, huella que es inherente del ser.

Vanka es un niño sin padres y como era costumbre en aquellas épocas fue puesto a disposición como servidumbre. Este pequeño “cortometraje” de Chéjov trascurre en un varios lugares sin moverse del sitio de anclaje, un niño usando su imaginación (o delirio) y sus recuerdos pintados en el aire y escritos en una carta sin dirección y con la inocencia pura de alguien que en su desesperación ruega con todas sus fuerzas que lo ayuden a salir de la ignominia. La carta no va a ninguna parte, el clamor tal vez si y ruego que así sea.

“La obra de Chéjov parece, en su conjunto, una gran galería con retratos de seres que, un escondido miedo de vivir, el dolor y la miseria, han provocado lamentables deformaciones” replica Rubén Salazar.

Todo es delirio en Un asesinato. De nuevo la pluma implacable de Chéjov traza la vida de una criada, o esclava, de 13 años agobiada por las tareas.  Varka está rota, fatigada y al borde de la locura. No hay horizonte para ella. Otro retrato de un ser deformado por la miseria. Vea a su padre, piensa que lo está soñando y se sumerge en el sueño inevitable. Pero no hay chance, las cartas fueron mostradas y desafortunadamente ella ha perdido de nuevo. La realidad le tenía una flor imperial.

Esta es solo una perspectiva de la obra de Chéjov, el humanismo se respira en el cuarto donde residen sus textos, a lo largo de su obra. Se le suele encuadrar en corriente realista y naturalista. Parte de su genio radica en su compasiva observación de los sectores más desposeídos de la sociedad. Este acercamiento lo tuvo desde su familia, de origen humilde.

Su obra es una constante denuncia social y critica de su tiempo y un profundo compromiso por los desposeídos, trasladando su crítica a una participación activa en luchas contra el hambre y la educación a personas de estratos sociales marginados.

La lucha por un mundo justo es imposible si miramos la historia y la propensión del hombre al mismo sitio, pero no está de más luchar por algo que es elemental y humano demasiado humano.

Feliz cumpleaños Antón Chéjov.

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