Editorial

13/04/2021

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Tener una racha de inactividad en las letras es un hecho fortuito, es un hecho que se nutre del encierro monótono. Los días para algunos son más lentos y para otros una locura. En nuestro caso se llenan con rutinas que se vuelven tediosas. Una persona afín a las letras que le quitan las experiencias, es un ser que muchas veces se curte entre los espacios en silencio, y muchas veces no sabemos escuchar esos silencios.

 Los silencios también nos dicen algo. Un susurro en dónde la experiencia es desde dentro. Esa selva enigmática que cruje formando una nueva voz dónde debemos poner atención.

 Los animales caminan sigilosamente entre la vorágine propia: unos rugen, otros cantan, otros chillan, otros más son parte del conjunto. En su totalidad son armonía, ritmo y melodía. Una música interior. Destellos de genialidad, aburrimiento, locura, equilibrio, paz, desbordamiento; trastrocamientos para el ser.

 Es por ello que no publicamos hace ya casi un mes. Fuimos presa de nuestras propias bestias.

 Entramos en aquella selva enigmática y salimos avante.

 Si pasara otra vez; no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que cada vez que nuestras plumas tengan la capacidad y necesidad de disparar ráfagas nuevas o disparos precisos; lo haremos. Somos un equipo que al igual que todos ustedes, lectores, tenemos necesidades o carencias que en conjunto es la única manera de zarpar el ancla y seguir navegando en sus ojos llenos de imaginación. Naveguemos juntos en estas aventuras. Somos el tatuaje del demonio en la espalada que le recuerda que la vida está repleta de cicatrices. Sigamos leyendo y escribiendo.