'Es estudiante de Comunicación y Periodismo en la UNAM.
Cuenta con facilidad para la locución, maneja una buena ortografía, es hábil con las redes sociales (especialmente Instagram y Tiktok) y tiene gusto por la fotografía artística y documental.
Guionista, productora,
voz administradora web de Radiograma.
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CIMARRÓN 000
Silvestre como siempre


DIABLO VERDE

Crónicas de un paria
Por El Huidos Nel
29/07/2020
Existe una leyenda que cuenta que Vincent Van Gogh en un estado alterado de la conciencia, inducido por beber absenta, se cortó un trozo de oreja y se lo ofreció a una prostituta de la cual estaba enamorado. Quizá sea real o no. Lo interesante fue su genialidad y locura. Un regalo a toda la humanidad; un símbolo que junto con el Diablo Verde se complementó.
La primera vez que bebí un sorbo del Verde Demonio (licor de ajenjo, hinojo y anís, con una graduación alcohólica de 70°) fue en junio de 2014. El cuerpo y garganta se calentaron. El aliento se empapó de un sabor parecido al anís. La lengua se sintió como un pez en el mar de la Riviera Maya; cálida y alegre. El alcohol era como tres tragos en uno. La relajación fue rápida y única. Quise sentirme como Vincent Van Gogh y la bohemia francesa de la Belle Époque.
Lo compartí con amigos y hablamos estúpidamente de las propiedades que contenía aquella bebida. En realidad, no sabíamos grandes datos, pero la juventud nos hacía hablar como verdaderos sabios.
Recuerdo que lo guardé y cada vez que me encontraba crudo le pegaba unas tres medidas: equivalían a tres tapas de la botella. La cual era suficiente para ponerme crudipedo. Un estado de armoniosa paz.
Cada uno de mis compañeros de farra decían sentir distintos efectos con el elixir.
Pero eso sí, jamás me embriagué con el Ada Verde (Absenta). Tenía un respeto por ella. No quería meterme en su boca y salir lleno de fuego y ser escupido al mundo como al nacer.
Unos decían: Mezclemos la absenta con hachís. Otros que era el mejor remedio para un crudo. Unos más, que tomáramos unos sorbos rabiosos para ver si entrábamos en estados alterados de conciencia, y llegáramos a ser tan geniales como aquellos artistas que la consumían a raudales. Yo en esa época no sabía que pensar. Lo hacía por experimentar.
Los libros me mostraron algunas narrativas donde esta bebida fue herramienta fundamental para su creación. Oscar Wilde, Van Gogh, Baudelaire, Manet, Picasso, Degas, Hemingway, Álvares de Azevedo, Strindberg, Pessoa, Verlaine, Rimbaud. Por citar a algunos.
Jamás tomamos la absenta como el manual dicta: poner un vaso y llenar una quinta parte del licor, poner en el borde una cuchara perforada de en medio y encima poner un terrón de azúcar; verter agua fría lentamente hasta diluir el mismo para obtener una mezcla color verde turbio. No lo hicimos. Únicamente queríamos saber el sabor y el efecto, más allá de la presentación, éramos salvajes aullando a la noche.
Hoy en su aniversario luctuoso de Vincent Van Gogh alzo mi trago al cielo y observo la luna que pintó. El Diablo Verde me hace imaginar esta noche con tonos amarillos como los atardeceres que trazaba aquel pelo de fuego genial, tiro un trago al suelo para Vincent en donde quiera que se encuentre.



