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DEJEMOS DE PERSEGUIR AL CONEJO Y DISFRUTEMOS ESTE MUNDO DE LAS MARAVILLAS

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POR: @patironda

12/01/2021

Charles Lutwidge Dodgson, mejor conocido como Lewis Carrol, fue el encargado de plasmar en letras la fantasía de un mundo mágico con su libro “Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas”; el matemático, fotógrafo y escritor británico -quien está por cumplir su aniversario luctuoso el próximo 14 de enero-  publicó en 1865 la historia que años más tarde se llevaría al séptimo arte en múltiples ocasiones, siendo la versión de 1951 de Disney, la más conocida.

En el libro, Alicia es una pequeña que, tras estudiar un largo tiempo con su hermana junto al riachuelo, se desconcentra por ver a un peculiar conejo blanco, mismo que llama su atención al ingresar a una madriguera; la pequeña Alicia lo persigue y entra a una dimensión llena de ilusión desafiante de cualquier lógica del mundo “normal”. El surrealismo se hace presente en cada personaje y criatura que se encuentra la niña, todos haciéndola cuestionarse, algunas cosas sin sentido y con muchos juegos de palabras, pero otras que la hacen reflexionar sobre su propia realidad. La oruga es de las primeros en hacer que Alicia se cuestione sobre quién es, pues no se conforma con la simple respuesta de que ella es una niña, si no quiere saber en realidad quien es ella, y la hace hacer una breve introspectiva, interesante y rara (en palabras de Alicia). El tiempo es un factor que si bien, pareciera no percibirse demasiado bien en aquel mundo, se menciona y se aprecia cuando el sombrerero le dice a la protagonista que “si conociera al tiempo tan bien como lo conoce él, no hablaría de matarlo”.

En primera instancia el País de las Maravillas pareciera ser un lugar de locos, en cada página que se adentra el lector, encuentra que esas locuras tienen sus propias lógicas sustentadas en metáforas que aplican no solo en el mundo mágico, sino también en nuestra propia realidad, así se ve cuando la Duquesa le comenta a la pequeña que “si cada uno se ocupara de sus propios asuntos, el mundo giraría mucho mejor y con menos pérdida de tiempo”, y ésta es la postura filosófica del libro, no meterse con la forma de ser de los demás, literal y con figuras retóricas para referirse  la idea.

El libro plasma uno de los sueños más grandes de Carrol, vivir en un mundo donde la llamada “locura” se acepte como otra forma alterna de vivir la realidad, inspirándose en las hijas del matrimonio del decano Henry Liddell, Lorina, Edith y Alice, siendo la última su modelo para escribir el universo de Alicia, quien tras obtener el éxito que obtuvo con su obra, continuó con una segunda parte titulada “Alicia a través del espejo”.

Lewis nos invita con su literatura infantil a cuestionar lo que creemos “normal”, exhortándonos a ir a un poquito con locura en nuestra vida, donde también podemos dejar de perseguir al conejo blanco y disfrutar de este mundo de las maravillas.

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