'Es estudiante de Comunicación y Periodismo en la UNAM.
Cuenta con facilidad para la locución, maneja una buena ortografía, es hábil con las redes sociales (especialmente Instagram y Tiktok) y tiene gusto por la fotografía artística y documental.
Guionista, productora,
voz administradora web de Radiograma.
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CIMARRÓN 000
Silvestre como siempre


Colores son amores

POR CARLOS RAÚL MARTÍNEZ
20/02/2021
El amor hacia los colores de un equipo es algo inigualable. Los seguidores se identifican, aclaman y adoran a quienes porten la playera de su escuadra favorita, pero bien dicen que del odio al amor sólo hay un paso, y en el futbol hay muchos casos en que, cuando un jugador abandona al conjunto donde se había identificado, después se le ve como el enemigo público Número 1.
En mi carrera periodística me tocó asistir a innumerables partidos de futbol en la CDMX, en provincia y en Estados Unidos y el fenómeno es el mismo en todos.
No hay mejor sensación que el estar palmo a palmo con una porra mientras viaja rumbo a un estadio, acompañarla en las gradas y después seguirla al final del encuentro.
Y esto no se limita a los inmuebles de futbol, sino también a las afueras de las instalaciones donde entrenan y en los aeropuertos, donde los fans se congregan para darle la bienvenida o despedir a algún lugar a su equipo favorito.
Por ejemplo, me tocó asistir al terminal área Internacional Benito Juárez para hacer la cobertura de la llegada de Chivas a la capital del país. La fiesta que arman (aún con todo y pandemia) los seguidores del Rebaño Sagrado es inigualable. La porra, a todo pulmón, entona el ¡Chivas, Chivas, Chivas…!, mientras un tambor la acompaña como en son de guerra, otros brincan levantando las banderas o bufandas. Las familias, con niños en brazos ya se han puesto de acuerdo con la gente de seguridad del Rebaño y del aeropuerto y le hacen una valla al equipo y cuando pasan uno a uno los elementos del chiverío, les solicitan un autógrafo o una selfie.
Esto también se traslada al hotel de concentración en la CDMX, donde incluso le llevan serenata para alentar al la escuadra rojiblanca, previo a los encuentros ante el América, Cruz Azul, Pumas, Necaxa y Atlante, cuando el último estaba en Primera División.
Ningún otro equipo tiene ese arrastre en la capital como Chivas, en cuanto a los equipos de provincia, y demuestra que en esta zona tiene más seguidores que ni en Jalisco.
También me tocó hacer la cobertura de los juegos entre Pumas y América o América contra Pumas. En una ocasión se me encomendó hacer el viaje del Metro CU al estadio Azteca con los fans universitarios. Impresionante es estar arriba del autobús, con todos saltando y cantando; algunos con los brazos y cabezas afuera, todos en comunión con los colores azul y oro.
En otra acompañé a los fanáticos del Ame al estadio Olímpico Universitario. La misma pasión y aliento hacia su equipo, buscando que su equipo saliera a defender sus colores sobre la cancha, como ellos lo hacen fuera de ella.
Alguna vez me tocó asistir a un Clásico Nacional entre el América y Chivas en el estadio Azteca. No puedo negar que mis colores son los rojiblancos, pero a la hora de estar en una cobertura eso quedaba a un lado. Pues bien, el Guadalajara le ganó a las Águilas, en partido de sábado a las 5 de la tarde, por lo que a las 8:30 de la noche ya me enfilaba hacia mi casa, porque trabajaba en radio y el reporte lo tendría que pasar el día siguiente.
Sobre Calzada de Tlalpan tomaba el microbús que me llegaba al Metro Pino Suárez y ahí fue donde tuve una experiencia medio complicada, ya que en el micro viajaban los dolidos fans del América y enfrente estaba sentado un tipo mal encarado, con algunas cervezas encima, quien al ver que portaba una chamarra azul oscuro, se le ocurrió decir en voz alta, casi gritando a sus amigos, que yo era seguidor de las Chivas. Traté de no perder la pose y sólo guiñé el ojo en son de desaprobación, pero otro lo secundó y cuando ya eran cuatro o cinco los que agresivamente me rodeaban, uno de ellos me cuestionó sobre mi equipo favorito. Sin dudarlo un segundo, les pregunté con cierto nerviosismo: ¿Qué no reconocen a uno de los suyos? Claro que le voy al Ame”. Aquel que en un principio dijo que era de Chivas, se convirtió en un instante en mi mejor amigo y antes de bajar en el Metro Chabacano, ya había ingerido una cerveza en su honor, mientras que en mis adentros no dejaba de gritar: ¡Chivas, Chivas, Chivas…!
Y cuando se trata de la selección nacional es todavía mayor el asunto, no sólo en México, sino también en Estados Unidos. Porque cuando juega México, los colores de los equipos de la Liga MX se funden en el verde, blanco y rojo del equipo Tricolor.
Cuando es local, es fabuloso ver cómo las vías de acceso del estadio Azteca se transforman una marea de miles de personas que cantan, echan porras, siempre alentando al Equipo de Todos. Ese es otro amor aparte en el futbol.






